sábado, 19 de enero de 2013

Capítulo 23.


Volví a casa. Quería ver si Pedro me había contestado al mensaje que le dejé, así que encendí el portátil sin darle más vueltas al asunto y nada, ni respuesta.
No entendía por qué no me había respondido. ¿Será porque no se había conectado? ¿O quizás porque de verdad lo sentía y no quería que pasara eso? La verdad, no lo sabía. Pero tenía que hablar con él lo antes posible. Tenía que aclarar las cosas, aunque, la verdad, todavía ni yo las tenía claras aún.
-Estela, a cenar-me afirmó al abrir la puerta de mi habitación.
-No tengo hambre aún. Prefiero dormir, estoy cansada.
-Bueno, está bien. Descansa ¿vale?
-Eso haré. Te quiero.
-Sabes que yo también a ti.
Antes de cerrar la puerta del todo, volvió a abrirla y prosiguió hablando.
-Ah, Estela. Haber cuando llamas a tu madre ¿eh?
-Es verdad, hace mucho que no sé nada de ella. Mañana la llamo sin falta, no te preocupes.
- Eso espero. Estaré al tanto de lo que haces.

Cerró la puerta y me eché en la cama intentando no pensar en lo ocurrido y descansar. Pero eso no era posible. Había pasado muchas cosas desde que llegué aquí, a esta casa. Mi vida había cambiado. Había encontrado a mi príncipe azul, o eso creía yo, nada era igual que antes. Pero algo rondaba en mi cabeza; Pedro. ¿Qué pasaría con él? Ni yo misma lo sabía. Imágenes recorrían mi mente; cuando lo conocí, lo bien que estaba ahora, cuando me defendió de Andrés, su cara abofeteada… y sobre todo, el beso. Esa imagen me conmocionó bastante. No fue un beso cualquiera, había sido algo inesperado y único.
Tantos cabreos de cabeza me hicieron quedarme dormida y ya pronto estaba roncando, aunque yo no roncaba, pero mi respiración era fuerte. Nunca respiraba por la nariz, sino por la boca.

El sol salió y sus rayos entraban por la ventana, eso me hizo que me desvelara antes de tiempo. Tenía que haber bajado un poco las persianas o quizás, echar la cortina.
Me despabilé lavándome un poco la cara y me preparé el desayuno; tostadas de miel con zumo de naranja. Hacía tiempo que no lo tomaba. Luego me vestí y me recogí el pelo en un moño desenfadado. Cogí la mochila y me fui al instituto, como todas las mañanas.

Al llegar, vi a Laura hablando con unas amigas suyas y me acerqué a preguntarle si había visto a Pedro. Estaba decidida a hablar con el sobre la otra tarde.
-Laura, ¿sabes dónde está Pedro?
-Creo que lo ojeé subiendo las escaleras de la primera planta, irá a su clase. ¿Qué temprano estás hoy aquí no?
-Gracias. Ah si, me he levantado antes de lo habitual-dialogué mientras me alejaba de ella- ya nos vemos. Adiós.
Ella se despidió con la mano.

Subí las escaleras del primer piso para ver si veía a Pedro, pero nada. Entonces me dirigí hacia mi clase y allí estaba, estudiando, como siempre.
- Pedro, hola.
-Ah, Hem… hola.
- ¿Leíste mi mensaje?-me senté a su lado.
- No… bueno… sí-mencionó inquieto.
- ¿Por qué no me contestaste si lo leíste?-de lejos vi que se acercaba Andrés.
- Hem… no sé. Bueno ya nos vemos. Adiós-cogió su mochila y se fue de allí por la puerta de enfrente nuestra y por detrás apareció Andrés.
- Estabas aquí. Te estaba buscando.
-Ah sí, aquí estaba.
-¿Qué hacías?
-Pues estaba hablando con…
-Da igual-me interrumpió-quería proponerte algo.
- ¿Proponerme algo? ¿El qué?
-¿Quieres ir al cine esta tarde?
No estaba segura de ir con él. Ni siquiera estaba segura de si estábamos aún juntos. Tenía que pensarme todo lo que había pasado y hablar con Pedro antes que nada, tenía que dejar las cosas claras.
-No, no puedo. Lo siento. Tengo que estudiar, mañana tengo examen-mentí.
- Como quieras- en su rostro se notaba que sabía que yo mentía, lo intuía.
-Otro día ¿vale?
- Por supuesto. Ya nos veremos.
Se fue. Me quedé sola en clase, aunque por poco tiempo. Pronto llegaron los demás, la profesora y por último Pedro.
No cedí en hablarle, quería que lo hiciese el primero, pero parecía como si no quisiera saber nada más de mí desde que sucedió ese beso. Me miraba, yo le miraba y nada.

Terminaron las clases y Pedro seguía sin decirme nada. Asíque no le eché más cuenta y me fui a la parada a coger el autobús.
Al llegar a casa, allí no había nadie. Al parecer mi padre llegaría más tarde de lo habitual. La casa para mí sola.
Encendí la tele y me puse a comer una ensalada con maíz con una Fanta.
Sin darme cuenta me quedé dormida viendo la tele y cuando me quise acordar, ya eran las seis de la tarde.
Limpié lo que había usado y lo guardé. A continuación me dispuse a ducharme y me cambié de ropa. Salí a casa de Pedro.

Pum, pum

Me abrieron la puerta en seguida, era Pedro. Al verme se asustó y miró a mi alrededor.
-¿Qué pasa?
- ¿Te ha visto alguien?
-Nadie ¿por qué?
- Nada, corre pasa-me tiró del brazo hacia dentro y cerró al puerta con un portazo.
- Qué raro eres.
- ¿Qué haces aquí?
-Quería hablar contigo. ¿Estás solo?
- Sí. ¿De qué quieres hablar?
- De lo que pasó la otra vez, el beso… el mensaje…
-Vale, toma asiento. ¿Quieres algo para beber?
-Un vaso de agua si puede ser-dije amablemente.
- Marchando-rió.
Se sentó a mi lado y ambos empezamos a conversar.
- Bueno pues eso. Que…
- Yo tampoco me arrepiento de lo del beso.
Mi cara quedó perpleja. Es verdad, había leído lo del mensaje, pero no me había respondido, no sé el porqué.
- Entonces… ¿por qué dijiste que lo sentías y que no volvería a pasar?
-Porque pensaba que no habías querido que pasara. Además, estás con Andrés y…
- ¿Y? Yo no estoy con él. Lo dejamos por un tiempo. O eso creo.
- Ya pero… mejor dejarlo así ¿vale? Como si no hubiese pasado nada.
-Pero, ¿por qué?
-Es lo mejor, confía en mí. Ya sabrás el porqué.
-¿Me ocultas algo?
- Mm... Todavía no te puedo contar nada. Algún día lo haré. Te lo prometo.
- Espero que sea así.

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